jueves, 17 de octubre de 2013

Víctor Fernández Gopar, el sabio salinero

Víctor Fernández Gopar, popularmente conocido como "El salinero", es uno de los personajes más fascinantes y sorprendentes que ha dado la isla de Lanzarote.

Nacido en el humilde pueblo sureño de Las Breñas en 1844, pasó su infancia y adolescencia como pastor. Las duras condiciones de substistencia y la inexistencia de colegios cercanos le impidieron asistir a la escuela, pero ello no le hizo renunciar a sus deseos de aprender. Por este motivo, comienza a acudir al pueblo de Femés para recibir lecciones del cura Domingo Casadesus y del vecino Juan Estévez. En poco tiempo adquiere conocimientos básicos de lectura y escritura, un patrimonio al alcance de muy pocos en ese entonces.

Víctor Fernández destacó, por encima de todo, en dos facetas fundamentales: como salinero y como poeta. Veamos cada una de ellas.

Salinas de Janubio


 En 1895 las familias Lleó y Cerdeña comenzaron a construir en la zona de Janubio unas salinas que, en un primer momento, fueron llamadas "La sociedad", y que, más tarde, pasaron a ser propiedad de Pedro Cerdeña en exclusiva.
"Se me quedó la boca blanca y dulce. Blanca de tu leche
de cristal. Dulce, de tu sal demasiado blanca" (Agustín
Espinosa en Lancelot 28º 7º)

Se encuentran sobre el antiguo Puerto de Janubio, el más importante del sur de Lanzarote, que quedó cerrado y destruido por las coladas de la erupción de Timanfaya. La hondonada de barro y el lago constituían el lugar idóneo para la construcción de unas salinas que, como decimos, comenzaron a construirse en 1895 y fueron creciendo hasta 1945, alcanzando un total de 440.000 metros cuadrados y una producción de diez mil toneladas, de las cuales hoy apenas se produce un 20%. Fueron, sin lugar a dudas, las salinas más grandes e importantes de toda Canarias, y uno de los ingenios salineros más destacados a nivel mundial.

A los pocos años de su construcción, el joven Víctor Fernández Gopar solicita trabajo a Pedro Cerdeña, el cual lo acepta, llegando en poco tiempo a convertirse en encargado. Las salinas de Janubio responden al sistema constructivo de "salinas nuevas de barro con forro de piedra", el cual consiste, básicamente, en aprovechar la inclinación del terreno para tomar el agua del lago y, por medio de los molinos, subirla por un caño hasta los cocederos (receptáculos grandes) y de allí, por gravedad, bajarla hasta los tajos (receptáculos pequeños), donde termina de cristalizarse. Los abrigos de piedra, inspirados en la agricultura insular, ayudan a concentrar el calor y agilizar la evaporación del agua.

Tajos en estado de abandono
Para evitar la pérdida de líquido en esos cocederos y tajos de suelo de barro, a Víctor Fernández se le ocurrió la ingeniosa idea de mezclar la arcilla con la salmuera, lo que aumenta la impermeabilidad y evita que el agua se pierda. Este sistema constructivo fue exportado hacia el resto de las salinas de Lanzarote (con excepción de las del Río,  muy anteriores) y también hacia las otras islas, con lo que queda de manifiesto la importante labor que desarrolló como salinero.
Poeta

No obstante, Víctor Fernández Gopar destacó, por encima de todo, por su faceta como poeta, siendo un excelente improvisador. Si bien él mismo nunca se consideró como tal, lo cierto es que sus coplas se cantaban en parrandas de cantinas y ventorrillos, transmitiéndose de generación en generación. Así se definía a sí mismo:

Si alguien por conocerme
tuviere empeño,
preguntar por un viejo
feo y pequeño.
Pobre que representa
poca importancia,
desacertado en todo
por ignorancia.

Afortunadamente, gracias a los básicos conocimientos de escritura que adquirió, apuntó muchas de sus coplas en una libreta que entregó a un amigo antes de morir, y que, en los años setenta, fueron recogidas por Agustín de la Hoz y recitadas y cantadas por el gran folklorista Antonio Corujo, declarado admiardor suyo, que en 1990 le dedicó un libro bajo el título "Un hombre, una isla, un mundo". En el prólogo, Francisco Tarajano Pérez lo define como "Un hombre sin ilustres letras en la cabeza, sin dorada pluma en la mano, pero rico en ideas, en saber y en filosofía popular". En este link se puede descargar el disco con las coplas recitadas por  Corujo: Centro de Documentación de Canarias y América
Portada del libro de Agustín de la Hoz
Portada del libro homenaje de Antonio Corujo a Víctor Fernández
  
Sus coplas están dotadas de una gran sencillez y una enorme coherencia ideológica. En ellas no sólo plasma sus sentimientos y reflexiones personales, sino que se muestra como un crítico y mordaz observador de la realidad que lo envuelve, denunciando los abusos a los que estaba sometido el pueblo en un Lanzarote dominado por el caciquismo. Veamos algunos de ellos (extraídos de la recopilación de Agustín de la Hoz).
Con estos versos expresaba la necesidad que sentía de comunicar sus pensamientos y sentimientos:

Debiera estar callado,
pero la lengua
lo que no ha pronunciado
lo tiene a mengua.
Con su desaliñado
pronunciamiento
descubre secretos
del pensamiento.
Y es tan canalla
que aunque sean defectos
no se los calla.
Yo quiero que se calle,
pero lo siento,
porque si ella se calla
yo me reviento.
El analfabetismo del Lanzarote rural y pobre de finales del XIX y comienzos del XX, era atroz. El Salinero, que siempre se lamentó por este hecho, contra el que luchó con todas sus fuerzas, lo denuncia con estos versos:
Porque no les enseñan,
no han aprendido,
pero hay muchos que tienen
común sentido.
Varios que en los colegios
mucho estudiaron,
nada de los estudios
le aprovecharon.
Y algunos han salido
de Bachilleres,
pero nunca han cumplido
con sus deberes.
La diferencia entre ricos y pobres no sólo era evidente sino, en muchos casos, descarada, y así lo expresaba con estos ácidos versos:
Yo he sido jornalero
toda mi vida
y hay día que no alcanzo
ni la comida.
Y otros visten de gala
y buenos caballos,
pero nunca en sus manos
se han visto callos.
Casi siempre metiendo
 dinero en caja,
manejando los frutos
del que trabaja.
Y aquí una lección de civismo que firmaría cualquier ciudadano activista del siglo XXI:

Si cada cual obrara
como debiera,
estarían los pueblos
de otra manera.
A cada pueblo deben
sus habitantes
proponerle las cosas
más importantes.
El buen Juez y el Alcalde,
Cura y Maestro,
y Médico, que sean
para bien nuestro.
Deben los electores
pensar primero
a cargo de quien ponerse
el pueblo entero.
Gracias a la escasa formación que pudo recibir, consiguió llegar a representar a su pueblo de Yaiza como concejal. Por tanto, conocía a la perfección el funcionamiento de las instituciones, de ahí las reflexiones que realiza sobre la política: 
Si yo tengo de Alcalde
a mi medianero,
resulta en la Alcaldía
lo que yo quiero.
Si el Secretario he sido
yo quien lo ha puesto,
se escribe lo que sea
por mí dispuesto.
Y si los de la Junta
viven conmigo,
se hacen los repartos
como yo digo.
No habrá quien diga nada,
callan el pico,
respetando las barbas
del hombre rico.
Porque si no se cumplen
bien mis deseos,
saldrán a poco tiempo
de sus empleos.
Y resulta perdido
todo el trabajo,
porque cuanto ellos hagan
yo lo echo abajo.
Por otro lado, apelaba a sus vecinos a la lucha por sus derechos:
Pedir nuestro derechos
sin cobardía,
que los pobres somos muchos
y hay mayoría.
Los que viven pensando
pasan por buenos,
pero están engañando
al que sabe menos.
Yo de eso no sé nada,
pero discurro
que la carga pesada
la lleva el burro.
Testigo de las injusticias que la Iglesia cometía sobre los más desfavorecidos, a ella le dedicó algunas de sus más duras críticas: 
¿Cómo no han de salvarse
las criaturas
que están toda la vida
pagando a curas?
¿Y que dejan dinero,
si lo tuvieren,
para seguir pagando
después que mueren?
¿Cómo ha de ser cierto
que se condenen
los pobres que no pagan
porque no tienen?
Si dejaras dinero
mucho figuras,
y vendrán a cantarte
dos o tres curas.
Pero si eres un pobre
no hay quien te cante,
te pondrán tierra encima:
es lo bastante.
Hemos de morir todos
cuando Dios mande,
y al rico le acompañan
con la Cruz grande.
Y cuando muere un pobre
no sé qué se indica,
que no sale la grande
sino la chica.
Y si es muy pobrecito
nadie extrañe
no haber una crucita
que le acompañe.
Que se ha visto
que para el pobrecito
no hay Cruz de Cristo.

Considerado no sólo un poeta, sino un auténtico filósofo del pueblo, las coplas de Víctor Fernández Gopar denuncian unos hechos que, lamentablemente, en parte continúan aún vigentes, un siglo después. Su figura y su mensaje han traspasado fronteras espaciales y temporales, constituyendo un ejemplo paradigmático de superación, compromiso y dignidad.
FUENTES:
- DE LA HOZ, Agustín: Coplas de Víctor Fernández, Cabildo Insular de Lanzarote, 1977. Puede consultarse online en Memoria digital de Lanzarote
-CORUJO TEJERA, Antonio: Víctor Fernández Gopar. Un hombre, una isla, Un mundo, Ayuntamiento de Yaiza, 1990. Puede consultarse online en Centro de Documentación de Canarias y América
- LUENGO, Alberto y MARÍN, Cipriano: El jardín de la sal, Unesco, Mab, Gobierno de Canarias, Cabildos Insulares, 1994.
- BETANCORT, Fernando: "Recordando a Víctor Fernández, "el salinero"", Lancelot, 31/08/1985, p. 22.
- BORGES, Vicente: "Un poeta de Lanzarote (Víctor Fernández). Pastor, salinero y crítico", en Antena, Arrecife, 27/03/1962, p. 3.
- J.M.P.: "Existe realmente una música canaria?", en El Eco de Canarias, 30/11/1978, p. 14.

domingo, 6 de octubre de 2013

Cuando los enanos rodaron en Lanzarote...

Lanzarote, escenario "de película"

Desde mediados de los sesenta, Lanzarote comienza a ser vista como un decorado cinematográfico predilecto por muchos directores de cine, que llegan atraídos por los exóticos paisajes de la isla. Dos películas, fundamentalmente, llevan el nombre de Lanzarote hacia escenarios tanto nacionales como internacionales: "Más bonita que ninguna", rodada en 1965 y protagonizada por Rocío Dúrcal, y "Hace un millón de años", con Rachel Welch.
Por su singularidad, destaca "También los enanos empezaron pequeños", rodada en 1969 por el director alemán Werner Herzog (perteneciente a la generación del "Nuevo Cine Alemán", junto a Fassbinder o Wenders) y autor de películas como "Aguirre, la cólera de Dios", o "Fata Morgana".
Herzog con los actores en un momento del rodaje. Imagen tomada
de http://tsutpen.blogspot.com.es
También los enanos empezaron pequeños
Es ésta una de esas películas que, como su propio director ha dicho, no deja indiferente a los espectadores: "O te encanta o la odias" ("They either loved it or hated it"). Algunos críticos la definen como "una rareza inclasificable".
Cartel de la película en inglés. Imagen tomada
de http://filmsthatdrewloves.blogspot.com.es/
En líneas generales, cuenta la historia de un reformatorio en el que, aprovechando la excursión de un grupo de internos a Arrecife, se inicia una revuelta en la que el director es apresado. Lo que comienza como acto de rebelión contra la opresión a la que se encuentran sometidos, poco a poco va degenerando en una fatal anarquía. Ante la imposibilidad de escapar, los protagonistas (enanos todos) se van volviendo cada vez más crueles y, así, la tiranía inicial ejercida por la autoridad es sustituida por la llevada a cabo por los más fuertes, que acaban imponiéndose a los débiles.
Los protagonistas tratan de huir, pero la colada volcánica
se lo impide, manteniéndolos aislados
La película se desarrolla en el caserón que la familia Pereyra tiene en Las Vegas de Tegoyo, un enorme cortijo construido en el siglo XIX. En él todo es desproporcionado para los enanos: las puertas, las ventanas, los techos, los muebles, etc., resultan excesivamente grandes para ellos.

Vistas de Las Vegas de Tegoyo. En el centro de la imagen, la casona de los Pereyra,
lugar donde se desarrolla la película. Tras ella puede verse la colada volcánica
La elección del lugar y la decantación por el blanco y negro en lugar del color no son arbitrarios. El caserón se encuentra circundado por una colada volcánica procedente del volcán de Nueces (erupción de Timanfaya, 1730-35) que impide la huida de los enanos, quienes, debido a su tamaño, no pueden superarlo, impidiéndoles alcanzar la libertad. Por su parte, el color negro del árido y volcánico paisaje acentúan esta sensación de opresión, imposible de conseguir si se hubiese rodado en color. Esta exaltación del paisaje seco y volcánico rompía la visión mitológica de Canarias como "Islas Afortunadas", escenario de exuberantes jardines, que predominó durante varios siglos.


Fotograma de la película en donde puede verse el "reformatorio"

La película, aunque no puede ser catalogada de estrictamente surrealista, sí que contiene muchos elementos surreales. Herzog ha afirmado que fue escrita en cuatro o cinco días y que fue concebida como una continua pesadilla frente a sus ojos.
En primer lugar, el hecho de que todos los protagonistas sean enanos constituye un elemento que claramente llama la atención y diferencia esta película de otras. Para Herzog, los enanos, gente bella y con encanto, están muy presentes en la cultura alemana, desde los cuentos de hadas hasta Wagner o "El hombre de hojalata". En el plano simbólico, además, afirma que "todos llevamos un enano dentro", y reivindica la idea de que no son monstruos, sino que los monstruos somos nosotros y la sociedad que hemos creado. También ellos fueron pequeños y libres de prejuicios.
Recorte del periódico "Antena" anunciando
el fin del rodaje de la película
Por otro lado, y aunque existe un hilo argumental, la presencia continua de elementos descontextualizados genera un clima de extrañeza:
- Una cerda, que es representada amamantando a sus crías pero después parece estar muerta.
- Las gallinas, que se comen unas otras.
- El camello, que aparece tratando de tuchirse y al mismo tiempo ponerse de pie, sin terminar de hacer ni una cosa ni la otra. Esta secuencia fue muy polémica y se llegó a acusar a Herzog de haber roto los tendones del animal, si bien lo cierto es que su dueño se encontraba fuera de plano dándole órdenes contradictorias que generaban esta confusión al animal.
- El mono crucificado que es paseado por el patio, y que generó un gran enfado entre el colectivo católico.
- Un coche dando vueltas en círculo sin parar, en una posible alusión al apresamiento sin retorno de los enanos. Con respecto a esta escena, confesaba el director que rememoraba lo que él mismo había hecho cuando, de joven, trabajaba en el Oktoberfest de Múnich como guardacoches y pasaba las horas muertas dejando los vehículos en marcha haciendo círculos.



Camión trazando círculos en el patio del reformatorio

Enanos tirando una palmera de la montaña de Tegoyo.
La rebeldía da paso al vandalismo
Escena final: un camello trata de tuchirse, ante la
incontrolable risa de uno de los enanos

A todo esto hay que añadir la música folclórica que suena de fondo (interpretada por Felisa Arrocha Martín), absolutamente descontextualizada, así como la risa chillona y desconcertante de uno de los enanos, que actúa como hilo conductor a lo largo de toda la película, cerrando la escena final en una larga carcajada en la que el protagonista, prácticamente, muere de risa.
El ritmo de la película es extremadamente lento, ya que Herzog buscaba autenticidad y realismo, desechando el tratamiento posterior del material. Pidió a los protagonistas que actuasen como ellos creían que debían hacerlo, sin apenas dirigirlos. De hecho, la cámara está colocada desde un ángulo que ofreciese el punto de vista de los enanos. Por todo ello, en ciertos momentos parece presentar un carácter documental. No obstante, esto causó algunos problemas en el rodaje, como el atropello (sin consecuencias finales) de uno de los enanos en la escena del coche, o el caso de otros actores que resultaron heridos con fuego. Por este motivo, Herzog prometió que, si todos los actores resultaban ilesos, se tiraría a un campo de cactus, como finalmente hizo.

Dos de los protagonistas intentan mantener un encuentro, pero la elevada
altura de la cama impide que el protagonista pueda llegar a ella


Significado de la película

"También los enanos empezaron pequeños" causó una gran polémica en Alemania, siendo tachada de "anarquista" y "blasfema", y llegando su director a recibir amenazas de muerte. En España no fue estrenada hasta 1977.
Sus propios colegas lo acusaron de "fascista" por haber representado una rebelión que terminó en fracaso. Esto hay que entenderlo en el contexto en que fue realizada: justo después de la Revolución del 68, a la que creían que Herzog ridiculizaba en esta película. No obstante, para este director, que siempre ha negado el contenido político de su obra, la derrota de los enanos no constituía un fracaso real, pues para ellos había constituido una experiencia realmente positiva y memorable. 
Un análisis más profundo de la película podría hablarnos de una reflexión acerca del destino de la humanidad, que en ocasiones vive un mundo que no está hecho a la medida de las personas, del mismo modo que el reformatorio resulta desproporcionado para los enanos. Por otro lado, podría constituir también una amarga reflexión sobre la naturaleza humana, según la cual el hombre se presenta como un ser destructor incapaz de vivir en armonía.


FUENTES:
- DÍAZ BETHENCOURT, José: 'También los enanos empezaron pequeños' o cuando Werner Herzog filmó en Lanzarote, XVII Coloquio de Historia Canario-Americana, Cabildo Insular de Gran Canaria, 2008.
- ÍDEM: Lanzarote. "Paisaje en celuloide (1965-1970)", VI Jornadas de Estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura, Cabildo Insular de Lanzarote y Cabildo Insular de Fuertventura, 1995.
- ÍDEM: Lanzarote. "Miradas sobre el paisaje (II): Sinergias y consideraciones sobre cine y turismo", en MARTÍNEZ PUCHE, Antonio: Territorios de cine: desarrollo local, tipologías turísticas y promoción, Universidad de Alicante, 2012.
- CRONIN, Paul (Editor): Herzog on Herzog, Faber and Faber, Londres, 2002.