Introducción
Desde la segunda mitad del siglo
XVII, la zona central de la isla de Lanzarote había experimentado un importante
crecimiento gracias al comercio agrícola, pues Lanzarote, como Fuerteventura,
abastecían de cereales a las otras islas del archipiélago, como Gran Canaria,
Tenerife o La Palma, cuyos terrenos estaban dedicados a otro tipo de explotaciones.
Esta función de granero de Canarias
provocó el desarrollo de pagos como El Rodeo, Chimanfaya, Santa Catalina o
Tíngafa, territorios dotados de ricas vegas agrícolas, donde se asientan
algunos de los propietarios más adinerados de la isla.
Precisamente este espacio central fue
el más afectado por las erupciones del siglo XVIII. Así, el largo proceso
eruptivo, comenzado el 1 de septiembre de 1730 y finalizado en abril de 1735
(según los últimos estudios), cubrió de lavas y piroclastos un territorio de casi 200
km², sepultando, de este modo, algunas de las vegas más fértiles y de los
núcleos poblacionales más prósperos del momento. Aunque no hubo que lamentar
víctimas humanas (parece que únicamente falleció una persona), lo cierto es que
las consecuencias, en un primer momento, fueron catastróficas, pues al pánico
generado hay que añadirle la destrucción no sólo de los terrenos de cultivo,
sino de infraestructuras tan importantes para la supervivencia como las
maretas, fuentes, aljibes, cillas, pajeros, tahonas, corrales o viviendas. Otra
tipología arquitectónica que se vio afectada por la furia del volcán fueron las ermitas, de las cuales
nos vamos a ocupar, someramente, en este trabajo.
Mapa de alguno de los núcleos poblacionales de la zona central de la isla antes de las erupciones. Tomado del libro Lanzarote bajo el volcán |
Todo este espacio afectado por las
erupciones del siglo XVIII ha sido ampliamente estudiado por José de León
Hernández en su tesis Lanzarote bajo el
volcán, de la cual está extraída la mayor parte de la información de este trabajo.
1) Ermita de Santa Catalina
Según las investigaciones realizadas,
la aldea de Santa Catalina existía desde comienzos del siglo XVII, aunque
probablemente también hubo con anterioridad un asentamiento majo en la zona, a
juzgar por el material encontrado y por la existencia del topónimo Taogauso. En el momento de las
erupciones, era uno de los pueblos más importantes de la isla, dotado de ricos terrenos de cultivo, siendo el lugar de residencia de algunos de los personajes más poderosos de Lanzarote.
Su ubicación exacta es difícil de
determinar, pues la zona en que se encontraba fue afectada por algunos de los
volcanes más violentos de las erupciones. De hecho, su destrucción fue
sumamente rápida e inesperada, debido a un cambio repentino de la dirección de
las lavas en los primeros días de las erupciones. A pesar de ello, suele
ubicarse en el área cercana a la montaña conocida como Montaña de Santa
Catalina, si bien la tradición popular la sitúa un poco más hacia el sur.
En el centro de la fotografía vemos, cubierta de rofe, la montaña de Santa Catalina, en cuyos alrededores estaría la aldea del mismo nombre |
En cuanto a su ermita, ya estaba construida a mediados del siglo XVII
y, a comienzos de la centuria siguiente, era de las más importantes de la
región, como se deduce del hecho de que compitiese con la ermita de Los
Remedios de Yaiza por conseguir la tercera ayuda de parroquia (en ese momento
sólo existían las de Teguise y Haría), título que finalmente adquirió la
segunda. Junto a ella existían aljibes y eras, lo que refuerza su relevancia.
Aunque no sabemos el aspecto que pudo
tener, lo cierto es que se trata de la ermita con mayor peso y tradición en la
memoria colectiva de Lanzarote, existiendo leyendas relacionadas con ella. Así,
según algunos mayores, una de las puertas de la ermita de San Roque de Tinajo y
las vigas de una vivienda en Yaiza (ya destruida), habrían sido rescatadas de
la ermita de Santa Catalina y arrastradas por camellos. Otra leyenda afirma que
el pueblo de Los Valles (cuya advocación es a Santa Catalina) fue fundado por
las gentes huidas de esta aldea, aunque el pueblo ya existía
desde mucho antes de las erupciones. Por otro lado, numerosos vecinos de La
Geria afirman haber visto los restos de la ermita entre el malpaís existente en
la zona conocida como Las Peñas de Santa
Catalina, sin que, por el momento, los arqueólogos hayan encontrado nada.
La Peña de Santa Catalina, en cuyas inmediaciones, según la tradición popular, se encontraría la ermita de Santa Catalina |
Quizá el peso económico que ostentó
el pueblo de Santa Catalina, así como su rápida e inesperada desaparición,
hayan contribuido a su permanencia en la tradición oral.
2) Ermita de San Juan Evangelista
Se encontraba en la aldea de Buen
Lugar, un núcleo de ricas vegas cerealísticas, casi con toda seguridad ubicado
en el lugar donde hoy se encuentra el conjunto formado por El Señalo y Pico
Partido. Tenía una estrecha relación con otras aldeas de la zona, como Maretas,
Tíngafa o El Miradero. Al igual que el de Santa Catalina, este pago desapareció
de manera rápida y violenta.
Bajo el conjunto del volcán del Señalo y Pico Partido se estima que se encontraría la aldea de Buen Lugar |
La ermita de San Juan Evangelista fue
construida en 1625, promovida por Juan Gutiérrez Núñez (fundador de la aldea),
probablemente sobre alguna montaña que quedaría tapada por el volcán. Existía
en este pueblo y los de alrededor una gran devoción hacia San Juan, lo que contribuyó
a que los vecinos más adinerados la dotaran de numeroso material, como señalan
los documentos.
Todo apunta a que fue destruida entre
los meses de febrero y marzo de 1731. Aunque no ha pasado a la memoria
colectiva como la de Santa Catalina, se conoce una leyenda asociada a ella,
según la cual la imagen de San Juan habría sido rescatada del volcán y
depositada en la ermita de San Rafael de Teguise, de donde no podía salir hasta que se construyera la primera
ermita bajo su misma advocación, siendo ésta la de Soo, lugar hacia donde
habría sido llevada en solemne procesión a través del jable.
3) Ermita de Candelaria
El pago y cortijo de Candelaria
estaban situados al sur de Tizalaya, en los alrededores de donde habría estado el
barranco de Tomaren y donde hoy se encuentra la Cueva de Las Palomas. Se trataba,
como los núcleos anteriores, de una aldea de gran riqueza e importancia no sólo
agrícola y económica, sino también estratégica, al estar situada en un cruce de
caminos que atravesaban la zona central de la isla.
Cueva de las Palomas. En sus inmediaciones habría estado ubicado el pago de Candelaria |
Además de terrenos fértiles, fuentes
y otras infraestructuras destacadas, contaba con una ermita dedicada a Nuestra
Señora de Candelaria. Hasta hace pocos años, se daba por sentado que la ermita
bajo esta advocación nombrada en los documentos estaba situada en el pueblo de
Tías; sin embargo, gracias a la investigación de José de León, se sabe que en
realidad esta ermita estaba en el pueblo de Candelaria, en la ubicación ya
descrita, y que desapareció bajo las lavas del volcán. Será después de las
erupciones, ante la destrucción de tantos núcleos poblaciones, cuando se cree
el pueblo de Tías, con su iglesia dedicada a la Candelaria.
Estamos, por tanto, ante la tercera
ermita que las erupciones del siglo XVIII hacen desaparecer bajo sus lavas. Probablemente
construida en el siglo XVII, a su jurisdicción pertenecían algunos de los
pueblos más importantes de la zona, como Chimanfaya, Mancha Blanca o Guágaro. De
hecho, fue el primer lugar al que se dirigió la población a las pocas horas de
iniciadas las erupciones, depositando frente a la ermita el grano rescatado de
la cilla de Chimanfaya, e implorando a la virgen su mediación ante la
catástrofe.
Aunque finalmente el culto asociado
al volcán se derivó a la Virgen de Los Dolores, parece que continuó existiendo
una fuerte devoción hacia La Candelaria en Tinajo, Tajaste y Mancha Blanca,
como lo demuestra la existencia de una talla del escultor Fernando Estévez en
la Iglesia de San Roque.
4)
Ermita de la Caridad
El cortijo de
La Geria poseía una de las vegas más ricas de la comarca centro-sur, al poseer
suelos marrones altamente productivos, lo que generaba que la propiedad
estuviera concentrada en pocas manos, vinculadas al grupo de poder insular y,
especialmente, a la Iglesia, como el caso del Beneficiado Diego de Laguna,
propietario también de otros ricos cortijos de la isla, como el de El Boyajo o
San José.
Precisamente
este poderoso personaje funda una ermita en honor a Nuestra Señora de la
Caridad, en 1706, según algunas fuentes, o a mediados de la centuria anterior,
según otras. El edificio sigue la tipología propia de las ermitas de Lanzarote,
con una sola nave con sacristía en el lado de la Epístola; techumbre exterior a
cuatro aguas e interior de par e hilera de madera; puerta con arco de medio
punto, espadaña de un solo hueco con campana y cruz; y muro externo (barbacana),
típico de la isla para proteger a los fieles del viento, pero con la
originalidad de estar rematado por puntas de diamante, único ejemplo de
Lanzarote.
Ermita de La Caridad |
En el interior
se conservan varias pinturas, destacando especialmente el cuadro de la Virgen
de la Caridad, ubicado sobre el altar. Se trata de una magnífica obra de
considerables dimensiones (260 x 233 cm), anónima, y presumiblemente realizada
en los inicios del siglo XVIII. Representa a la Virgen, ataviada con un
suntuoso atuendo, enmarcada dentro de un espacio ilusorio, a modo de hornacina,
siendo coronada por ángeles, mientras lleva en brazos al Niño, que, mirando al
espectador, bendice con la mano derecha mientras con la izquierda sostiene la
bola del mundo. A sus pies, aparece la luna plateada con cabeza de querubín y,
bajo ésta, una peana con una cartela donde puede leerse: Nr. Sra DE LA /
CARIDAD. Tras haber estado sometida a un gran deterioro, el cuadro fue finalmente
restaurado en 2011 por Sara Bosch. Según el investigador Carlos Rodríguez,
tanto este lienzo como el de Nuestra Señora del Rosario de Yaiza estarían
inspirados en la pintura de Nuesta Señora de los Remedios de la Catedral de La
Laguna.
Detalles ornamentales del traje de la Virgen |
En la misma
ermita encontramos un cuadro popular y anónimo representando a Santiago
Matamoros y otra pintura, igualmente popular, dedicada a San Luis Rey de
Francia.
Santiago Matamoros |
San Luis Rey de Francia |
A diferencia de
lo que ocurrió con las otras edificaciones, ésta no fue alcanzada por ninguna
colada volcánica, sino por piroclastos (rofe) procedentes de la Caldera de Los
Cuervos en los primeros días de erupción, que sepultaron por completo la ermita,
la cual quedó, según palabras del obispo Dávila, tupida de arenas. Sin embargo, pudo retirarse todo el material que
la cubría y por tanto recuperar la ermita, hecho que, según la tradición, fue
considerado milagroso, por lo que Diego de Laguna donó un valioso cáliz de
plata en acción de gracias.
Esta pequeña nao anclada sobre un negro océano,
como la definió Agustín de la Hoz, puede visitarse cada 15 de agosto, día en
que se abre al culto con la celebración de una misa. Desde aquí animamos a que
conozcan esta ermita, única superviviente de las erupciones más devastadoras
que ha sufrido la isla de Lanzarote.
Interior de la ermita de la Caridad de La Geria |
FUENTES:
- DE LA HOZ, Agustín: Lanzarote. Obra escogida, Cabildo Insular de Lanzarote, 1944.
- DE LEÓN, José: Lanzarote bajo el volcán, Cabildo de Lanzarote, 2008.
—:"Territorio, recursos y patrimonio edificado destruidos por los volcanes del siglo XVIII en la isla de Lanzarote", XIII Coloquio de Historia Canario-Americana, Cabildo de Gran Canaria, 2000.
—: "Breve síntesis de la historia de Lanzarote", Latitud 28º, 2004.
—: "La ermita de Nuestra Señora de Candelaria en la isla de Lanzarote antes de los volcanes del s. XVIII", XII Coloquio de Historia Canario-Americana, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1996.
- HERNÁNDEZ SOCORRO, María de los Reyes: "El patrimonio pictórico de Lanzarote hasta 1900", en Lanzarote y su patrimonio artístico, Cabildo de Lanzarote, 2014.
Muy bien explicado y muy interesante blog. Enhorabuena.
ResponderEliminarun saludo
Bien por Armimda por ese trabajo detallado y ameno sobre las ermitas Lanzaroteñas luego de las erupciones volcanicas
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