jueves, 4 de julio de 2013

La ermita de San Rafael

Ermita de San Rafael
A casi un kilómetro del casco histórico de Teguise y a escasos metros de la montaña de Chimida se encuentra la Ermita de San Rafael, uno de los inmuebles religiosos más bellos y singulares de la isla pero también de los más desconocidos.

Sobre sus orígenes exactos muy poco se sabe, aunque está considerada por los estudiosos como una de las más antiguas construcciones religiosas de Lanzarote, creyéndose incluso que pudo haber sido fundada por el propio Maciot de Bethencourt. No obstante, el primer documento conservado en donde aparece referenciada data del siglo XVII.

Se trata de un edificio de reducidas dimensiones, construido según técnicas tradicionales insulares, a base de piedra, barro y cal, aunque sus techumbres a dos aguas aparecen recubiertas de tejas, característica mudéjar escasa en Lanzarote pero común en Teguise, antigua capital, como símbolo de distinción social. Su fachada, de una gran sencillez, presenta arco de medio punto enmarcado en toba roja y un pequeño óculo que ilumina tímidamente su interior. Rematando el eje de la fachada aparece una humilde cruz de madera. Un muro en barbacana en forma de “L” mitiga los fuertes vientos y acoge a los fieles, que pisan sobre un suelo de laja volcánica de indudable belleza.

Detalle de la fachada y
muro en barbacana
Su interior, de una sola nave cubierta con un artesonado de par e hilera, alberga una imagen popular del arcángel San Rafael con el atuendo de peregrino y sosteniendo un pez, representado así en su papel de protector de los viajeros al rememorar el capítulo en que rescata a Tobías de morir devorado por un pez en el río Tigris.

Imagen popular de San Rafael
La sacristía, a diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de las ermitas de Lanzarote, no se encuentra en el lado de la Epístola (en el lado derecho), sino al fondo de la única nave.

 Pero, sin duda, el aspecto más peculiar que ofrece este inmueble religioso y que lo diferencia con respecto al resto es el hecho de que la espadaña con la campana no aparece en la fachada, sino en un lateral, orientado hacia la población. La explicación a esta singularidad parece encontrarse en la necesidad de avisar al pueblo en caso de posibles peligros, con lo que la ermita respondería a una doble funcionalidad: de culto y al mismo tiempo de alarma ante cualquier posible ataque o invasión (recordemos que Teguise, como toda la isla de Lanzarote, fue víctima de constantes ataques piráticos durante varios siglos). Este hecho explicaría su extraña ubicación, tan alejada del núcleo urbano, así como el hecho de que sobreviviese a las continuas invasiones piráticas que saqueaban y destruían el pueblo de Teguise una y otra vez.
Vista lateral de la ermita con la espadaña de
puntas de diamante y campana

Según la tradición, la ermita de San Rafael también habría jugado un curioso papel durante las trágicas erupciones de Timanfaya. Así pues, habría albergado en su interior la imagen de “San Juan Evangelista” procedente de la ermita de San Juan, ubicada en el caserío de Buen Lugar, la cual fue absolutamente arrasada y sepultada por los volcanes, al igual que la ermita de Santa Catalina y de Candelaria. Según esta tradición, la imagen no podría salir hasta que se construyera la primera ermita bajo su misma advocación, siendo ésta la de Soo, lugar hacia donde habría sido llevada en solemne procesión.

El conjunto, restaurado en la década de los noventa y declarado Bien de Interés Cultural en 2003, constituye, con toda su sencillez y humildad, uno de los elementos más bellos de nuestro patrimonio eclesiástico.

PARA SABER MÁS:
GALANTE GÓMEZ, Francisco y Escuela de Arte Pancho Lasso: Lanzarote arquitectura religiosa, Cabildo Insular de Lanzarote, 1991.
RENÉ: “La Ermita de San Rafael en Teguise”, El defensor de Canarias, nº 396, 26 de febrero de 1921, pág. 1.

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