lunes, 9 de septiembre de 2013

La Ciudad de las Gaviotas

El Risco de Famara

El Macizo de Famara-Guatifay, con una antigüedad estimada de unos doce millones de años y una longitud de, aproximadamente, unos 22 kilómetros, es una de las zonas más espectaculares de Lanzarote.
Antiguas construcciones militares
De todo el macizo, quizá uno de los lugares más impresionantes es la zona conocida como la "Batería
del Río", llamada así por ser el lugar escogido para la defensa de la isla ante un hipotético ataque por parte de Estados Unidos durante la guerra contra España en 1898, que finalizó con la pérdida de Cuba. Efectivamente, las excelentes condiciones de refugio que ofrece El Río, brazo de mar que separa Lanzarote de La Graciosa, hacía temer un posible desembarco de buques enemigos, por lo que se construyó, en apenas dos meses, una batería artillera en la zona donde hoy se ubica el Mirador del Río, y de la cual aún pueden verse algunas construcciones.

Volviendo al valor paisajístico del enclave, la visión desde esta zona del Risco de Famara resulta sobrecogedora, pues la sensación de estar en un abismo, con el desasosiego que conlleva, es paralelo al placer que produce la observación del Archipiélago Chinijo. El azul del mar y del cielo se mezclan con el amarillo del jable, el ocre de las montañas y el tono rojizo de las salinas, en un festival de colores que despierta los sentidos.  Olivia Stone, una viajera británica que visitó las islas a finales del siglo XIX, describía así su visita a la zona: "nos quedamos estupefactos al descubrir que estábamos al borde de un precipicio, con uno de los paisajes marinos más espléndidos a nuestros pies (...). Rara vez he visto algo más bello que estas escarpadas rocas de color gris, rojo y pardo, rodeadas de azul. Es el maravilloso colorido, el cielo azul con nubes aborregadas, y estos islotes escarpados, de vivos colores y desiertos, engarzados como piedras preciosas en un mar turquesa (...). Más a regañadientes que nunca, nos vimos obligados a abandonar este paraje (...)".


Vista desde la Batería del Río: en primer plano, las Salinas del Río; en
segundo, La Graciosa y, tras ella, Montaña Clara y Alegranza al fondo


Como era de esperar, para Manrique, poseedor de una exquisita sensibilidad, este singular paraje no pasó desapercibido, y a comienzos de la década de 1970, con la colaboración de Eduardo Cáceres y Jesús Soto, entre otros, construye el fascinante Mirador del Río, su obra más compleja y atrevida a nivel técnico. No obstante, antes de su creación, existió otro proyecto artístico de gran envergadura ideado por Fernando Higueras: La Ciudad de las gaviotas.

Vista del Mirador del Río, colgado sobre
el acantilado de Famara



Fernando Higueras
Retrato de Fernando Higueras, tomado
de "El País", 05.07.2008

Nacido en Madrid en 1930 y fallecido en 2008, fue uno de los mejores arquitectos españoles del siglo XX. Formado en las corrientes organicistas, sentía un gran respeto hacia la arquitectura vernácula, y en sus obras siempre trataba de unir tradición con modernidad, respetando el medio en que se enclavaban sus edificios.

Amigo y colaborador de César Manrique (trabajaron juntos en el Hotel Salinas de Costa Teguise), visitó la isla por primera vez en 1963. Sobra decir que la visión del Risco de Famara causó un gran impacto en el arquitecto: "(...) cortado a plomo sobre la inaccesible playa que existe a sus pies, es impresionante el panorama de las islas de La Graciosa, Montaña Clara, Alegranza y el Roque del Oeste. La llegada a este acantilado, situado junto al mar, se hace casi imperceptiblemente mediante suave pendiente desde el interior de la isla y nadie puede imaginarse que, al otro lado, y en un corte absolutamente vertical, puede contemplarse repentinamente, como vista aérea, el azul turquesa del mar que rodea estas islas".

Y así, fascinado por la belleza sin parangón de este enclave, diseñó "La ciudad de las gaviotas", un proyecto utópico basado en la creación viviendas-miradores, jardines y piscinas en plataformas excavadas en el risco a distintos niveles, protegidas del viento y mimetizadas con el entorno para no causar impacto visual: "Allí pensamos, también con idea de respetar el paisaje, crear unas bandejas informales y escalonadas, excavadas en el terreno, poco antes de llegar al borde del precipicio, instalando en ellas unos jardines y piscinas hundidos para, desde ellos, abrir unas perforaciones verticales que llegaran hasta la base del risco, a nivel de la playa. Calando a distintas alturas galerías horizontales que se asomaran al acantilado, quedaría sorprendido el visitante que creyera estar bajando hacia el centro de la tierra (...) Yo lo planteaba como naves de 20 metros x 5 m de altura y luego unos ventanales hacia el acantilado y se le metía un mejillón abajo y otro arriba como conchas semiabiertas sobre el mar. No estropeaban el paisaje y las viviendas miradores se verían solamente durante la noche como luciérnagas".



Dibujos del proyecto "La ciudad de las gaviotas"

Además de esto, el proyecto incluía la idea de instalar unos ascensores que llevasen a los visitantes hasta la paradisíaca playa de Bajo el Risco, inaccesible desde tierra: "Un sistema de ascensores conduciría cómodamente a los habitantes de este conjunto urbano desde los jardines hundidos superiores a los distintos niveles de los rascacielos (más bien rascainfiernos) subterráneos y, abiertos al mar, a modo de inmensa colonia de cavernas guanches, en forma de colonias de mejillones empotrados en el risco".


Vista del proyecto desde la playa del Bajo Risco

Aunque desde nuestra conciencia actual, mucho más estricta hacia la protección del medio ambiente, máxime en parajes protegidos (el Risco de Famara forma parte del Parque Natural del Archipiélago Chinijo),este proyecto pueda parecer inconcebible, es necesario apuntar que Fernando Higueras, en 1963, lo diseñó precisamente con el objetivo de resultar absolutamente respetuoso con el medio. Así, cada una de las instalaciones debía estar sometida a una posterior acción de mimetismo, pues era primordial ser imperceptible desde el exterior. Además, este sistema serviría para controlar el acceso a la playa, rechazando de este modo la construcción de ningún puerto o carretera que perturbaran la tranquilidad y la magia del paisaje.

Por otro lado, el proyecto contemplaba dejar La Graciosa tal y como estaba, y esto es importante remarcarlo, ya que en los años sesenta, siendo ministro de Información y Turismo Manuel Fraga, surgió la idea de urbanizar la octava isla con veinticinco mil camas y dotarla incluso de un aeropuerto.

En definitiva, esta "colonia de mejillones" sobre el Risco de Famara nos puede resultar hoy, cincuenta años después de su proyección, tan desconcertante como fascinante.

FUENTES:
- ÁBALOS, Iñaki: "Fernando Higueras, infinito", El País, 5 de julio de 2008.
- BRITO FERRAZ, Albert: Fernando Higueras, Memoria de Máster en Teoría e historia de la arquitectura, Universidad Politécnica de Catalunya, 2010.
- CLAR FERNÁNDEZ, José Manuel: Arquitectura militar de Lanzarote, Centro de la Cultura Popular Canaria y Cabildo de Lanzarote, 2007.
- HIGUERAS, Fernando: "Notas sobre una isla", en Lanzarote. Arquitectura inédita, Cabildo Insular de Lanzarote, 1988.
- STONE, Olivia: Tenerife y sus seis satélites, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1995.













1 comentario:

  1. Un proyecto muy interesante, tal vez se podría en otro momento retomar el proyecto en otra zona del risco.

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